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A las 9:59 de la mañana, un Helicoptero a reacción K-4 se levanta del piso de cemento del hangar secreto MSH-9 de Vandenberg y ponia rumbo al este, hacia Arizona.

La decisión de elevarse en un MSH la tomo el mayor Mancheck, inquieto por la atención que pudieran llamar los trajes. Porque dentro del Helicptero iban tres hombres, un piloto y dos científicos, y los tres llevaban trajes inflables de plastico metalizado, que les hacia ver como marcianos obesos.

Mientras el helicoptero ascendía por el claro firmamento, los dos pasajeros se miraron uno al otro. Uno era Jeremy Stone, y el otro, Charles Burton. Ambos habían llegado a Vandenberg unas horas antes.

El patólogo Charles Burton, Volviendo la vista hacia atras, no se sentía excesivamente orgulloso. Ahora se preguntaba que consecuencias traería estar alli, en ese helicoptero.

Sentado frente a el, Jeremy Stone procuraba disimular el desagrado que le hacía sentir su compañero de viaje. Burton llevaba bajo el traje de plastico, una camisa plisada, con una mancha en el bolsillo izquierdo del pecho; tenía los pantalones arrugados y deshilachados, y hasta el cabello estaba sucio y revuelto. Stone miró por la ventanilla, haciendo un ezfuerso por pensar en otra cosa.

--Cincuenta personas --dijo, meneando la cabeza--. Muertas en el plazo de ocho horas al haber aterrizado el Scoop VII . Se trata de un problema de infección.

--Propagada por el aire, es de presumir --dijo Burton.

--Sí. Cabe pensarlo.

--Parece que todos murieron sin salir del pueblo --Comentó Burton--. ¿Hay noticas de alguna muerte más lejos?

Stone lo negó con un movimiento de cabeza.

--He pedido que los del ejercito echaran un vistazo. Colaboran con las patrullas de carretera. NO se tiene noticia de ninguna muerte mas lejos.

--¿Qué tal el viento?

--Hemos tenido suerte. Anoche soplaba bastante vivo a unas nueve millas por hora, en dirección sur y constante.Una cosa muy rara en esta epoca del año, segun me dicen.

--Pero muy favorable para nosotros.

-- Si. Tambien estamos afortunados en otra cosa. No hay ningun otro nucleo poblado en un radio de ciento doce millas.

--Pero mientras el viento siga en calma, tenemos tiempo.

--Es de presumir --admitió Stone.

Los dos hombres pasaron media hora discutiendo el problema, con frecuentes consultas a unos mapas dibujados por la computadora de Mancheck en Vandenberg.

Luego la discusión se centro en las defunciones. Ambos habían oido la conversación de la furgoneta; y ambos estaban de acuerdo en que parecía que los muertos de Piedmont habían fallecido de un modo muy repentino.

--Ni que le cortasemos el cuello a un hombre con una navaja, no provocariamos una muerte tan súbita --dijo Burton--. Aún con las dos carótidas y las dos yugulares cortadas, la inconsciencia tarda de diez a cuarenta segundos en producirse, y la muerte tarda cerca de un minuto.

--En Piedmont parece que se producía en un segundo o dos.

Burton se encongió en Hombros.

--Un trauma --Sugirió--. Un golpe en la cabeza.

--Si. O un gas que ataca los nervios.

--Posible, ciertamente.

-- Ha de ser esto una cosa muy similar --dijo Stone--. Si fuese un bloqueo ezimático de alguna clase, podriamos esperar un intervalo de 20 a 30 segundos o quiza mas.

-- Si es un gas de acción ultrarápida, ha de difundirse muy bien por los pulmones...

Stone sonrió levemente.

-- Pronto lo sabremos.

Por el aparato de comunicación interior, el piloto del Helicoptero decía:

" Nos acercamos a Piedmont, caballeros. Tengan la bondad de dar ordenes."

--Describa un círculo a su entorno para que podamos echarle un vistaso. --Dijo Stone.

El helicoptero se inclinó pronunciadamente para iniciar el viraje. Los dos hombre fijaron la mirada y contemplaron la aldea, allá abajo. Durante la noche los Buitres habían tomado tierra y se amontonaban alrededor de los cadáveres.

--Me lo temía --Dijo Stone.

--Pueden ser un factor de propagación de la peste --Comentó Burton--. Comeran la carne de las personas infectadas y se convertirán en portadores de los microorganismos.

Stone asintió con el gesto, sin dejar de mirar por las ventanillas.

--¿Que haremos? --insistió el otro.

--Atacarles con gas. --Abriendo comunicación con el piloto, Stone preguntó--: ¿Tiene los botes?.

"Si, señor."

--Describa otro círculo y suelte un manto sobre la aldea.

"Si, señor."

El helicoptero se inclinó y volvió a virar. Al cabo de unos segundos los dos científicos no podian ver el suelo a causa de las nubes de gas azul pálido.

--¿Que es?

--Clorazina --respondió Stone-- muy efectiva en concentraciones bajas sobre el metabolismo de las aves.

--El gas, ¿actua como desacoplador?.

--Sí. Les propinará un duro golpe.

El helicoptero volvió a rovolotear la aldea, el viento empujaba el gas en dirección sur despejando la atmosfera, ante sus ojos se veian centenares de aves tendidas, algunas movian las alas espasmódicamente y otras solo estaban muertas.

"¿Que ordena, señor?" dijo el piloto.

--Diríjase a la calle mayor y suelte las escalera de cuerda. Usted se mantendrá a una altura de veinte pies.

"Si, señor."

--Cuando nosotros hayamos bajado, usted se remontará a una altura de quinientos pies.

"Si, señor."

--Regrese cuando le hagamos señas.

"Si señor."

--Y si nos pasara algo...

"Yo sigo directamente hacia Wildfire" dijo el piloto con voz seca.

--Exacto.

"No resbale señor.", dijo el piloto.

El helicoptero maniobro sobre la calle mayor de la aldea y se quedó suspendido en el aire. Sonó un traqueteo seguido, el ruido de la escalera de cuerda desenrrollandose. Stone se levantó y se puso el casco, despues cerróla cremallera e hincho el traje. Una botellita de oxígeno que le permitia unas horas de exploración.

Cuando Burton hubo cerrado el traje a su vez, Stone abrió la escotilla y fijó la mirada en el suelo. El helicoptero levanta una extensa nube de polvo. Abriendo la radio, Stone dijo:

--¿Todo listo?

"Todo listo."

Stone bajó por la escalera de cuerda. Burton aguardó y despues le siguió. A pesar que el polvo no le permitia ver nada, sus pies acabaron por tocar el suelo. Soltó la escalera y miró. Distinguía apenas el traje de Stone.

Al elevarse el helicoptero, la escalera se fué. El polvo empezó a menguar. Ya podía ver los objetos.

--Vamos --dijo Stone.

Moviendose torpemente con sus trajes, echaron a caminar por la calle mayor de Piedmont.